De la noche en el vago silencio,
cuando duermen o sueñan las flores,
mientras ella despierta, combate
contra el fuego de ocultas pasiones,
y de su ángel guardián el auxilio
implora invocando piadosa su nombre.
El de ayer, el de hoy, el de siempre,
fiel amigo del mal, Mefistófeles,
en los hilos oculto del lino
finísimo y blanco cual copo de espuma,
en donde ella aun más blanca reclina
la cabeza rubia,
así astuto y sagaz, al oído
de la hermosa en silencio murmura:
"Goza aquél de la vida, y se ríe
y peca sin miedo del hoy y el mañana,
mientras tú con ayunos y rezos
y negros terrores tus horas amargas.
Si del hombre la vida en la tumba
¡oh, bella!, se acaba,
¡que profundo y cruel desengaño,
qué chanza pesada
te juega la suerte,
le espera a tu alma!"
Enamorado de este poema, de las letras... hermoso.
ResponderEliminar