Fue ayer y es hoy y siempre:
al abrir mi ventana,
veo en Oriente amanecer la aurora,
después hundirse el sol en lontananza.
Van tantos años de esto,
que cuando a muerto tocan,
yo no sé si es pecado, pero digo:
-¡Qué dichoso es el muerto, o qué dichosa!
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